¡No te apenes!
En la columna pasada les hacia la pregunta de ¿por qué sentimos culpa y vergüenza cuando hablamos sobre sexo? y en realidad siempre me gusta ir de más a menos, y no, no tiene nada que ver con que soy Sexóloga ja ja ja, sino más bien, me refiero a la manera en cómo me gusta explicar el maravilloso mundo de la sexualidad y su amplia diversidad, pues sencillo no lo es, y menos cuando estamos recién empezando.
Bueno, culpa, es una palabra que proviene del latín golpe, autoagresión, y que sin duda, muchas y muchos de nosotros la hemos sentido en algún momento de nuestras vidas, y más cuando de nuestra sexualidad se trata, cuando hacemos algo “fuera canon establecido”, por ejemplo, no llegar virgen al matrimonio, masturbarse, tener más de una pareja sexual, sentir deseo por alguien que no es tu pareja, tener fantasías, tener gustos extrovertidos, no identificarte o reconocer tu cuerpo, y no se diga de hacer sexo oral o anal, porque seguro nos vamos al infierno.
La realidad es que hay mucha carga social en el cumplimiento de las expectativas sobre la vida sexual, y más cuando desde pequeños interiorizamos la culpa por andar tocando, conociendo y experimentando con nuestro cuerpo, cuántas veces tus papás no te dijeron, -ey, déjate ahí-, -cierra las piernas, se te ven los calzones-, -las niñas bien no se sientan así-, -esa parte del cuerpo es sucia, fuchi, no la estés tocando-, todas estas palabras al aire que nuestros padres decían, tal vez sin intención de jodernos la vida, pero muy en el inconsciente aprendimos que “esa parte de cuerpo” es sucia, es mala, ¿por qué? no lo sé, sólo sé que mis papás dicen eso y que no debo hacerlo.
Entonces, conforme vamos creciendo y experimentando los cambios biológicos en nuestro cuerpo, despertamos de manera más consciente el deseo y el placer, y ¡pff! comienza la guerra interna, entre lo que mi cuerpo me pide a gritos sentir y experimentar, y mi yo interno que me dice ¡no! ¡alto! eso no es de “niñas bien”, eso no lo hacen los “hombrecitos”; aunado a ello que carecemos de una Educación Sexual y que realmente nunca nadie (pocos serán los casos) nos habló de estos tema, y si bien nos fue, en los libros de la escuela a penas y le dedican dos hojas para hablar de los cambios biológicos que sufren los adolescentes, pero no más… y entonces que hacemos, ¡claro! el porno como #1 en el aprendizaje de ésta práctica, o si mejor nos fue, el amigo(a) que tiene “más” experiencia que nosotros o porque no, el primo(a) mayor que nos puede ayudar, y no, no es que sus consejos sean malos, o nos vayan a arruinar la vida (espero que no haya sido el caso de ustedes lectores, ja ja). Hoy a pesar de que hay más tecnología y podamos pensar en más información a alcance de un clic, no es sinónimo de que las generaciones jóvenes estén más informados o hablen con mayor facilidad sobre sexo…los índices de embarazos no deseados o de infecciones de transmisión sexual (ITS) van en aumento. Por ello, considero sumamente importante que cuando se trata de nuestro cuerpo, debemos de prestar más atención y sin duda, debe de haber un conocimiento firme y serio para la toma de decisiones.
A qué voy con todo ésto, a que no debemos sentir culpa ni vergüenza cuando hablemos sobre lo que sentimos, sobre lo que nos provoca placer o cuando tocamos nuestro cuerpo, y no necesariamente los genitales, pues también sentimos placer en otras zonas erógenas, no debemos sentir culpa por lo que pensamos o por tener fantasías, y mucho menos por masturbarnos.
La sexualidad se construye a través de la interacción entre nosotros y los demás. El desarrollo pleno de nuestra sexualidad es esencial para el bienestar individual, interpersonal y social; y este desarrollo depende de la satisfacción de nuestras necesidades humanas básicas, como el deseo de contacto, intimidad, expresión emocional, placer, ternura y porque no, de amor.
Los Derechos Sexuales y Reproductivos, son derechos humanos universales, basados en la libertad, dignidad e igualdad, y dado que la salud es un derecho humano fundamental, la Salud Sexual, por ende, debe ser un derecho básico que asegure el desarrollo y plenitud de una sexualidad saludable y para lograrlo tenemos generar las condiciones que los reconozca, respete y ejercerlos.
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